26 de abril de 2010

Políticas

Estaba convencido de que la frialdad era una virtud. Él la llamaba "serenidad", resonando en ese término la doctrina alemana. Como esencia de la virtud que era, estaba convencido también de que él , por esa razón, nunca se hubiera ido a los extremos de la política de partidos. Y que de esa forma, con políticos como él, nunca se hubiera producido una guerra civil. De hecho, lo suyo consistía en una desactivación de la idea de partido. Ahí estaba su fallo, ciertamente: en ignorar la carga totalitaria contenida en la idea misma de una cancelación de las partes. Pero, ¿era su responsabilidad?

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