13 de marzo de 2010

Intersticial

Entre el deseo y el mundo se interpone la costumbre de una conformidad con las cosas, costumbre que has adquirido desde que eras niño. Los padres lo dicen. Así, confesarlo, publicar que tú también eres un ser deseante, te da vergüenza, te genera inseguridad. La costumbre de querer (ambicionar), tú no la tienes. ¿No es así?

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