25 de diciembre de 2009

Sch.

En previsión de mi muerte, hago esta confesión. Desprecio a la nación alemana a causa de su necedad infinita, y me avergüenzo de pertenecer a ella. (Palabras del final de El amor, las mujeres y la muerte, ed. Edaf.)

Hace falta haber alcanzado un p. de v. acerca de la existencia en general, haberlo reposado y digerido después, habernos dicho finalmente que sí, que una y mil veces. Porque cualquiera puede imaginar que los alemanes son, simplemente, nuestros congéneres, y nosotros para ellos.

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