21 de diciembre de 2009

Silencio absoluto

Menos el dolor de cabeza.

Aunque el interior no llega al mundo.

(Amiel: el paisaje es un estado del alma...)

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... un pobre hombre y ya está. Sometido a las alegrías y las tristezas, torpe semoviente, raudo en el verbo solipsista, criptogongorizante... Sometido a las miradas ajenas, a las presencias y las ausencias... Nada más y nada menos que un pobre hombre al que le gustaría alguna fealdad contrastante y no la alegría desprendida de los jóvenes y la dureza de las decisiones de los mayores, que saben lo que deben hacer y en consecuencia actúan...

... un misántropo, tuyo y de nadie, una nada que desatiende las edades, que ve juventud en la inocencia aunque los años, un insociable de todos y de ninguno, alguien que muere de hambre y no sabe de qué ni decirlo, un torpe prosaísta que a nadie quiere volver loco y menos que a nadie a aquellos a los que ama sobre todas las cosas y sin medida...

... un ser que ha descubierto que tiene gustos y miradas alegres, que sufre como todos, alguien que no se decide a hablar y que se pierde, un donnadie de los que innúmeros pueblan las ciudades, habitando su insomnio y los ajenos, uno más de los que pueblan las ciudades grandes como Madrid desconocida y las villages pequeñas sudorientales tan desconocidas por aquellos que lloran cuando vienen desde paisajes más alegres (conocen un japón de postal y de falsos cerezos, pues es que florecen los almendros cuando deben según la medida del tiempo dios; pero aquí no, piensan)...

... hablo de ti y de mí y de todos, de los que estáis y los ausentes, los vivos y los muertos y los que no sabemos, los amigos que tuve, los que he perdido por mi culpa y los que no llegaré a tener, de las madres desaparecidas en vida por razón de una destrucción cruel, de los padres viejos, de los hermanos, de ti y de mi, de todos, los vivos y los muertos, de mis padres sobre todo, allí en ninguna parte según reza  mi credo materialista, y en mi memoria siempre presentes sin embargo (¿qué sería de mi pobre alma sin su guía?, ¿de mis ojos sin su luz?), a lo que se obligan los hijos, aunque sean ingratos, demasiado tarde; de ti y de mí hablo, de tu miedo y tu ingenuidad, hermana de la mía y tan distante, de la soledad que da fuerzas y de la que debilita, de mi culpa y mi amor sincero, de todo ello hablo, y hablo también de lo que callo...

... y es la tierra toda un himno a lo desconocido, esta noche, según pide el gran poeta extranjero.

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