1 de febrero de 2025

 Una de las manías objetivas es la del libro. Objetuales, mejor. El artefacto es bastante trivial, mirado con los ojos del uso. Aunque la historia consista en él. A medio camino, en nuestras existencias, nos obsesionamos con el lugar de los libros, aquí, allí, perdidos, ¿cuando? Hasta un robo es consuelo, por comparación. De todos modos, los libros nos traspasan. Vienen y van, pasado y futuro, indiferentes a nuestra caducidad. Si acaso, dejamos nuestras marcas en ellos, subrayados, anotaciones, firma y fecha, marginalia en suma. Este de, Z. on N., ed. Apolo, está firmado en 1953. Muy pocas marcas a lápiz. 

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