Le gustan: las músicas tradicionales escuchadas en la radio por la mañana, los libros de viejo y de segunda, y más si van firmados y subrayados por otra mano, suponiendo lo que ello significa; los relatos referidos a personajes grandes o mínimos, pergeñados por outsiders; el vocabulario un poco demodé, porque piensa que ha de poner así el foco en lo dicho, razonando me parece de un modo algo absurdo. (Los niños juegan, ajenos al mundo, pero con más presencia que nada en el mundo.) A ratos le zumba, abeja cíclica, la idea del viaje, pero suele dejarla para las páginas y vidas de otros. Somos viaje, o camino, es verdad, de la vida que viene a la vida que va. (En el juego infantil se entrena la seriedad autoconsciente del viejo.)
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