23 de enero de 2024

 Si se concede al yo que enuncia, si obtiene un plus en la concesión de nuestra credulidad, esto ocurre por simpatía. Buscamos en lo escrito aquello que es semejante a nosotros, vidas que buscan vidas, que se reconocen en ellas. Como vivimos en primera persona caemos en el encantamiento de la primera persona ajena. Lo de menos es la ontología, que a la esencia transcrita le corresponda o no una referencia existente. Frente a un narrador en teecera persona, no obstante, nos identificamos antes con él que con su personaje. 

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