Es necesario caer mucho para levantarse un poco, y sobreponerse a esa habilidad de las imágenes en negativo, trazas infalibles de un mundo en sombra.
Sucede en solitario, como habitando en una isla sin trasunto geográfico, a la vuelta de enero. El mismo día que una imagen azarosa conduce de la mano a un sonido distante, música grabada de cuando eras distinto pero ya eras el mismo, 1989.
(En las vueltas y revueltas del mundo aparente un individuo idéntico se pierde y encuentra. Quizás esta alegría y reconocimiento del momento es la única eternidad viable. Laus deo.)
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