Anaxímaco de Rodas miró arriba del armario el viejo globo, y comprendió, abstrayendo del azul y observando el perfecto encaje machihémbrico de Brazil y el golfo de Guinea, que Pangea era, o que fue. Eso en tanto al espacio. En cuanto al tiempo, no le quedaba otra que hacer copia, en la memoria, de los muchos ausentes.
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