Carne de perdición, de J. Duvivier. Directamente salvaje. La moral, en ningún sitio. O si acaso, en el lado equivocado, el del delincuente.
Un asunto es la falta de moralidad social general, como ambiente narrativo. Otra, los rescoldos de conciencia presentes en algún personaje. Que lógicamente debe acabar mal.
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