¡Qué dignísima es la cinematografía francesa! ¡Qué capacidad de mostrar, en los subtextos de producciones que podrán parecer estereotipadas, adscritas a un corsé genérico -el condenado injustamente que decide vengarse, el robo final-, asuntos tan cruciales como la soledad en las grandes ciudades o la fatalidad de una derrota que se diría está en los genes o en la predestinación del dios! (A Verneuil me refiero.)
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