Me termino La ciudad y las sierras, después de la racha Sciascia, que me compromete a algún párrafo de anarcopolítica descreída. Si la descripción es correcta, resulta imposible salvar lo real con píldoras de esperanza (la utopía, el debe). Gracias a los desesperados se nos concede la esperanza, sí. Pero no ha lugar.
Reviso cuentos de Borges, y La filosofía de Borges, de J. Nuño, que no deja de ser otro cuento borgiano.
Ps. Mirar más textos de E. de Q. El mandarín o Alves & cía., v. gr.
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