Se diría que hemos elegido llorar, pero la frecuencia del llanto conduce al tedio. Un día será completo el desistimiento y ofreceremos con mansedumbre nuestras gargantas a los cuchillos de los carniceros.
Ya ha ocurrido otras veces en la Historia, donde se supone que está escrita la memoria de los pueblos. Si no se aprende de ella, al final queda el camino libre al desvarío de las distopías y de los fanatismos más siniestros. (I. Camacho, en PD)
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