Phillips pasa revista a algunos estereotipos “de los que la sociedad educada prefiere no hablar”, pero ciertos de todos modos, como que los judíos constituyen realmente un grupo humano rico y poderoso, que las diferentes razas tienden a cometer distintos tipos de delitos y en distinta medida, que las políticas multiculturales no pueden impedir la segregación racial creciente en barrios y ciudades, que Londres ha experimentado una importante pérdida de población blanca en la última década, o la aparición del terror islamista en el corazón de Europa, contra las esperanzas más luminosas de la sociedad multicultural. Quizás lo más significativo es que Phillips rechaza las explicaciones convencionales sobre diferencias humanas, es decir, basadas exclusivamente en el efecto de la pobreza o la discriminación: “Eso no puede ser toda la historia”. (E- Zugasti, en Tercera cultura)
Trevor Phillips es afroamericano. Sus palabras pueden ser un conveniente alegato contra las políticas de las buenas intenciones y sus desinteresados inquisidores de guardia:
“Siempre existe un riesgo en los grandes movimientos de reforma. Se empieza con buenas intenciones, después se transforman en normas informales y al final se convierten en dogmas”
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