Los fantasmas victorianos eran entes tímidos y distantes. Que acechaban más o menos, que asustaban o no, pero que, en todo caso, se cuidaban mucho de sobreexponerse. El ectoplasma, cuyo carácter sólido, líquido o gaseoso está por determinar, es una hallazgo realmente útil como elemento de interactuación entre los vivos y los no vivos. (En el blog de Roberto Colom)
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