16 de julio de 2012

Derrotas, II

Aunque tengamos los libros abandonados, bastante abandonados, haciéndonos sentir culpables desde su amontonamiento en los estantes, nos tienen que seguir fascinando sus portadas. Como esta de Verano de Coetzee. Un camino perdiéndose entre el campo, la camioneta, los postes paralelos a la senda, las montañas al final, el color desvaído, más cuanto más al fondo, cuando las líneas del camino se funden. ¿De quién es la imagen? ¿De dónde? ¿Cuándo? Lo atractivo requiere respuestas.

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