30 de julio de 2011

On G. Simondon y los objetos técnicos

Ocurre que el pensamiento de la técnica (su sociología, su historia, su filosofía) estalló en eI siglo XX a caballo de una comprobación lacerante: nosotros, Prometeos, hemos abierto la caja de Pandora. Las utopías y distopías sociales por efecto deI avance de la técnica (Un mundo feliz, de Aldous Huxley, por poner un ejemplo) se hacen corrientes hacia la década de 1930, cuando el español Ortega y Gasset y el norteamericano Lewis Mumford recortan la cuestión de la técnica como un objeto propio de reflexión en la filosofía y las ciencias sociales, mientras la Escuela de Frankfurt da forma a su critica de la razón instrumental anidada en la técnica moderna. Esta preocupación a1canza un punto culminante en la clásica conferencia de Martin Heidegger "La pregunta por la técnica", de 1954, que de algún modo sintetiza las posturas corrientes sobre el tema (...)
Simondon, pocos años después de la conferencia de Heidegger, inicia su libro con una declaración de principios, o una declaración de guerra: este clima intelectual ha creado un prejuicio inútil respecto de la técnica que nos impide ver su lugar en la existencia humana. La cultura ha generado resentimiento hacia la técnica gracias a un "humanismo fácil" que desconoce la realidad humana en los objetos y sistemas técnicos, y muy en especial en las máquinas. (Prólogo de P. Rodríguez a El modo de existencia de los objetos técnicos de G. Simondon)
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En este sentido, Simondon elabora la filosofía propia de ciertas vanguardias artísticas mientras posibilita que fenómenos centrales del siglo XX como el diseño gráfico y el diseño industrial sean comprensibles más allá de las esferas bien delimitadas deI humanismo. Cuando juzga bellos a los pilones que sostienen las lineas de cables, a las velas de los navíos o a los tractores de los campos en relación con la función que cumplen en sus respectivos mundos, sin duda resuenan los ecos de aquella provocación de Filippo Marinetti en el Manifiesto Futurista: "un automóvil que ruge corriendo a velocidad de ametralladora es más bello que la victoria de Samotracia".
Subrayado mío. No recordaba en la cita de Marinetti la resonancia bélica de la mención del automóvil, la fascinación del arte por la muerte. En el libro de G. C. Argan también hay una mención acerca de la belleza tecnológica a propósito, creo recordar, del racionalismo arquitectónico de Walter Gropius...

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Estas dos lagrimitas de G. S. consagradas al humanismo muerto:
Simondon puede prestarse a una interpretación cercana a la conocida dialéctica del iluminismo de Adorno y Horkheimer cuando escribe: "Parece existir una ley singular del devenir del pensamiento humano según la cual toda invención, ética, técnica, científica, que es primero un medio de liberación y de redescubrimiento del hombre, se convierte, a través de la evolución histórica, en un instrumento que se vuelve contra su propio fin y que conviene en servil al hombre, limitándolo".
"Es difícil liberarse transfiriendo la esclavitud a otros seres, sean hombres, animales o máquinas; reinar sobre un pueblo de máquinas que convierte en siervo al mundo entero sigue siendo reinar, y todo reino supone la aceptación de esquemas de servidumbre", escribe Simondon en un pasaje muy citado por los estudiosos de su obra.

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