18 de octubre de 2010

Nueve

A quien Dios se la dé, que San P. se la bendiga...

Aunque lo desagradable no pueda esconder su condición de desagradable, sin saber muy bien por qué ocurren las cosas como ocurren.

Sé que al final se olvidan estas cosas, que no se llega a recordar por qué se comenta lo que se comenta, y que sólo queda la forma de los conflictos y los desencuentros, lo absurdo del existir cotidiano, los equívocos estúpidos, pero la verdad es que de los humanos no hay que esperar demasiado. Y de algunos menos...

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