18 de octubre de 2010

Intuición, III

En cuanto a los seres a los que no les da la luz, es evidente que no se sabría retribuir sus acciones en la manera conveniente, en la forma socialmente admitida. Que cada vez que se intentara contestar a un mal con otro mal, algo chirriaría dentro y preferiría uno comerse la vergüenza y las lágrimas y pasar por lo que sea. Todo, menos perder las formas, y la peor manera de perderlas sería delante de uno mismo, antes de acostarse, sabiendo la conciencia que ha sido injusta. Porque nunca se debe devolver mal por mal, según el cálculo. Esto no lo dicen las creencias, que ya perdí, y ni siquiera me acuerdo de los dos primeros libros de República. Esto lo sé por algo anterior, y es que nunca podría ponerme delante del espejo, ni delante de los que ya callaron, sabiendo que he actuado con el odio por delante.

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