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14 de octubre de 2010
I(c)(r)ónico
Entre la inteligencia y la representación se interpone un ánimo demolido, y no hay nada que se pueda hacer. Se podría: entre la inteligencia y sus objetos; entre los sentidos y los suyos. Pero cuando la razón debe ponerse en práctica, enfocada a los discursos de los hombres y las imágenes que mantienen, no hay nada que hacer. I. e., que un depresivo podría erigirse en poeta, pero nunca en hombre.
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