15 de abril de 2010

La trampa de los auditorios, II

Se debe huir del rigor, de la exactitud en las demostraciones. La mecánica cartesiana del ordo et connexio a ti no te va de ningún modo. Tienes los ojos en la niebla y la cabeza en el éter. Basta para vivir con ensamblar fragmentos, con poner sobre la mesa, el día, lo que venga, lo que hay y lo que ves. Con esto no se construye ninguna proposición con sentido, y mucho menos un conjunto de ellas. Un sistema, un edificio de verdad: para ti no se ha hecho esta miel cuadriculada.

(Vaya esto como el puñetazo en la mesa del diarista, su golpe inmaterial contra la realidad. Una alegría que viene de las cosas disparejas, una música del desacorde y la edad.)

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