4 de septiembre de 2009

Lo dicho...

Si una decisión no fuera tan difícil, no se nos quedaría esta cara de tonto.

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Ítem más: puesto que tengo derruido el entendimiento (a causa de la carcoma de los días) tendré que volver a mi Juan de Mairena.

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Al pasar (de) la raya.

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Me encanta hacer de notario de lo que otros escriben.

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Ah! ¿Era a propósito de Amiel que alguien dijo o escribió que el valor de sus anotaciones estaba más en lo vulgar (sin primores de Azorín) que en otra cosa? ¿Me la juega mi mala memoria? ¿Se trataba de Trapiello en El escritor de diarios? ¿Es ése el título? ¿Dónde lo tengo?

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-Preocupante lo suyo, caballero. Lo de proceder ipso facto a analizar sus nimios procesos comunicativos como actos retóricos. Lo de hablarse por escrito en tercera persona, asimismo. Yo me miraría lo del viaje a Mondragón, porque no es autoconciencia (lo suyo o lo mío; ¿somos dos o uno?) sino puro fetichismo de los espejos y gritar en silencio y todo eso.

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