6 de enero de 2008

Publicidad gratuita, propaganda...

... engañosa: ¿o es al revés?

Después de pagar mi óbolo al capitalismo de la virtud (en el sentido de mundos virtuales, vidas segundas, potencialidades electrónicas, etc.), una vez que estoy en mi casa, que puedo tomarme un tiempo y un respiro, que finalmente saco de su caja ramplona el juego soberbio, aunque en realidad esto sucede porque lo hace otro, observo que ha valido la pena, porque he encontrado esta soberbia imagen:


Cada uno de ellos ha sustituido la beatitud por su representación, si bien ésta no tiene lugar delante de todos ellos, ahí enfrente, sino servida para cada uno en particular (en el mismo formato, con distintos colores). La felicidad de todos es significada por la sonrisa que comparten. Podría adivinarse que también conocen alguna desgracia que no quieren decir: lo sospechamos cuando alguno de ellos dirige la mirada al juego del contrario (del compañero). A mí no me cuesta nada pensar que han querido evadirse del rencor que les une gastando algo de su tiempo en ocio intrascendente, aunque todavía no sepan que esta acción no les va a conducir a ningún sitio (su felicidad está distribuida nada más: como si de una cantidad muy limitada se tratara), sino a una miseria circular (un universo propio, reincidente).

La ambición de la imagen no debe dejar lugar a la inocencia: basta con mirar el córner inferior derecho: el icono y la letra, soportando la idea de una humanidad transgeneracional al fin unida por gracia de una caverna gloriosa y electrónica, de la que podría arrojarse la búsqueda intempestiva del bien---

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