27 de enero de 2008

Andreia

No me pidas más que te ayude y te comprenda. Así quieres engañarte y engañarme a mí más todavía. Que uno se refiera (se defienda) a sí mismo, solicitando la consideración de su carácter, debería representar un motivo más de vergüenza que de orgullo---

Debería considerarse ridículo mencionar las querellas antiguas, de años o de milenios, cuando queda tanto trabajo por hacer---

Y en lo tocante al carácter, quizás fuese mejor fijarse en la forma que le conviene, más que en sus contenidos apolillados: de esa manera, fijarse uno mismo sobre la inteligencia, deshacer miedos y creencias arraigadas---

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Las palabras soñadas ("aspecta", como verbo de una sentencia trimembre) no aparecen en el diccionario: puesto que éste recoge la realidad de los usos, si las palabras continuaran su existencia en la vigilia (trasplantadas del sueño inmaterial) habría que pensar en la existencia de un mundo también soñado (en una referencia de los términos oníricos)---

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El silencio del que paseaba montaña arriba tiene que rechinar en la forma de culpa u obligación incondicional sobre los herederos: éstos han decidido cargar sobre sus hombros la esperanza de ilustración (instrucción, que no educación: palabra fascista). No pueden esperar la felicidad, y menos todavía confiar en el dios avalista, en el banquero del cielo. Esto queda para Dios y su Obra---

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