Una vez plantada la diferencia entre deidad y número, por mor de una voluntad allende nuestra razón finita, forzoso es marcar la distancia entre esa mente humana nuestra y la verdad matemática, a causa del mismo engaño que puede emanar de una voluntad infinita desquiciada. Quien todo lo puede no está obligado a ser bueno, y hasta lo bueno parece un engaño de la desmesura humana.
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