Hace con quince años escribí esto (a lo cual querría darle algún objeto);
No me he podido deshacer de un prejuicio, sin embargo, que es la idea -recibida- de que la comprensión se realiza en tres círculos (aunque luego se vuelve a empezar, siempre se vuelve a empezar). En primer lugar, la experiencia que me alcanza en tanto ser humano; en segundo, la ficción de esa experiencia, vuelta posible por la imaginación de los escritores; en tercer lugar, el momento crítico que traza las mediaciones, la gramática de los discursos, los resabios de la finitud incontable que tiene como frontera la piedad, y que se agota. De vueltas del análisis siempre se tropieza uno con una memoria cansada o gastada, haciendo un giro más sabia la experiencia de partida: doliente y esperanzada, libre.
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