Consideraba Espénglerez que la moda gastronómica de los bufetes libres en los réstorans de los hoteles era más cosa de animales que de seres en los que había insuflado el espíritu divino. No había ápice de clasismo en nuestro reaccionario rural. A nadie respetaba más que a quienes le servían en las venerables casas de comidas comme il faut.
No hay comentarios:
Publicar un comentario