La exhibición mediática del crimen terrorista lo banaliza. Peor expresado, lo normaliza. En las imágenes, una dócil masa audiente puede ser testigo del espectáculo de su posible destrucción. Hemos conseguido sustituir el edificante espectáculo de las ejecuciones públicas, e incluso los toros, por el del sacrificio de inocentes corderos. Incluso nos hemos vuelto capaces de colocar el adn de lobo en el corazón del cordero. Ha sucedido por exceso de bondad, equivalente segün el malvado y mendaz Sócrates a inteligencia.
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