13 de septiembre de 2016

Hemerotecas

"Porque no hay fiesta si no se mata al animal. El aliciente es ese: estar allí abajo. Tu solo contra él. En su terreno. Solo tu inteligencia contra su bravura. Y le ofreces al animal lo más valioso que tienes: tu vida”, recalca Ovejero, un funcionario municipal al que el morlaco embistió en 1993 hasta dejarlo "clínicamente muerto durante tres o cuatro minutos". (El País)

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