Cuando redacta su anónimo Discurso del método (or. 1637), Mr. Descartes debe de tener delante, o muy presente en la memoria, un ejemplar de los Ensayos del señor (nunca el viejo) de la Montaña , donde se consagra textualmente, cincuenta añis antes, el yo fundante de la metafísica moderna de raiz cartesiana. Las costumbres, los giros de la moda, los caníbales y su aparente barbarie figuran entre las razones de la reforma personal que aplica el matemático y filósofo francés a su mente, incapaz de hallar firmeza en las creencias recibidas. Sé autónomo, he aquí el lema de la modernidad primera. Epigonalmente, nos vemos obligados a traer a nuestra presencia, de manera simultánea, los Ensayos de Montaigne y el Discurso cartesiano.
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