27 de enero de 2010

La sentencia de Anaximandro

Alguien ejerce su derecho, y no cabe duda de que puede hacerlo, y quizás otro se vea con su vida destrozada (saboreando una torpe depresión). Jacta est.

Me gusta la idea de que el don pueda migrar, que una especie de fluido de la simpatía pueda percibir in distans.

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