El lenguaje es ocultación de la verdad, un embeleco, un ansiolítico para la culpa obsesionante.
Lo único auténtico es la piedad filial, [la proyección retrospectiva* de imposibilidades,] la memoria.
*¿Retroyección prospectiva? Ficciones terminológicas exculpatorias, finalmente, desviaciones del camino hacia el saber del ser de uno mismo, como meta de aristotélica infelicidad.
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