24 de agosto de 2020

Tienen razón los criticos: la Biblia vertida en las distintas lenguas no es más que la verdad defraudada, una dispersión del Hacedor en los espíritus. Por lo tanto, una pérdida. Esta es la impresión del lector cuando ve, fuera de aquí, los mismos libros que conoce, pero en otras lenguas, aunque parecidas. La humanidad no tiene remedio. Siempre se contempla en el espejo de un río. Esa es su dicha y su condena (la conciencia y el tiempo).

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