Una perturbación doméstica, los animales ausentes, el miedo por lo propio y por lo ajeno, las estaciones inmisericordes, el compás robótico del reloj: de tantas maneras se dice.la melancolía, de tantas nos cubre la ceniza.
A la inversa trastorna la alegría: los sonidos familiares, los seres reencontrandos, la confianza de los que tienen razón y los que no, una dulzura especial de este día, este mes, esta hora que no has conocido en todos los años.
Existir se escribe en columnas paralelas, en azul y rojo, y esta mixtura la que se nos entrega incomprensible, al acecho de nuestra lasitud. Las estrellas, sí, ahí, el mundo, afuera. Pero a ti te zumban los oídos y te entregas a contabilidades piadosas, en las que entran niños, ciudades, carreteras y animales.
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