Borges, dice, en apariencia tan sabio, no había leído prácticamente nada nuevo desde 1930. Se quejaba del olor de los negros. Le intrigaba que los pobres quisieran tener neveras y televisores, en vez de conformarse con leer a Dickens y a Dante. Su antiperonismo no procedía del amor por la libertad, sino de su desprecio de clase hacia la gente trabajadora. (Ibíd.)
Luego va una y tiene pesadillas :
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