17 de julio de 2014

Ricitos de oro y ron con caramelo

...si en el siglo XIX las novelas sobre el arte privilegiaban los tormentos creativos, la vida bohemia, el halo romántico que emanaba desde la condición de artista, en el siglo XXI el abanico queda amplificado en las posibilidades que ofrecen el documento y el archivo, el proceso artístico y las estrategias críticas, el coleccionismo y el museo, los directores y los curadores, la política y el dinero, las mutaciones del cuerpo y la presencia de las tecnologías. El arte funciona como un concentrado sintomático de las relaciones de poder y, al mismo tiempo, de los restos que quedan después de esas relaciones. (Iván de la Nuez, en El País )
De lo cual, de tantas arquitectura, pintura y letra impresa, infiero yo -concluyo sin necesidad de herir- un círculo, mixtura o sinergia entre los edificios artísticos, de autor, y el arte que al cabo se deposita en ellos, mutándolos en museo. Simulacro de simulacros y todo simulacros.

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