Los nietos heredan los caracteres de los abuelitos.
La cuestión del positivismo sigue siendo de las pocas filosóficamente interesantes, un vestigio del logos en una era ingrata. Tal cuestión unifica los campos epistemológico y ético, o delimita un terreno común de debate y discusión, posibilita un argumentario de continuidad entre neurobiologia y biopolitica, si me apurás.
Los grandes tienen que tener un poco de zumbado, o este mínimo quizás a ellos les otorga o les añade grandeza. Wittgenstein, Peirce. Miro en el texto sobre Holmes el detective inglés y el semiólogo y pragmatista norteamericano. Es inevitable reencontrar la continuidad sapiencial del árbol y la mathesis cartesianos. Entre la lógica subyacente a las leyes de los reinos natural y humano, en lo que tanto revela o anticipa Peirce, y ese arte de la deducción encarnado por el investigador privado del médico Conan Doyle.
Puro positivismo: la ciencia y sus popes, Darwin el primero, se adueñaron de Britania. Cuánto daño ha hecho la verdad de Darwin! Es el mismo Conan Doyle quien prorrumpe en hermosa rapsodia nominal: Huxley, Tyndall, Darwin, Spencer, Stuart Mill (vid. sus Memorias, 1924).
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