4 de marzo de 2014

Desde luego que no

... Pero para quien no es un héroe en modo alguno es para su médico de cabecera- pienso leyendo la parte que J. M. dedica a Thomas Mann en su Vidas escritas. Tantas y tantas páginas de sus escrituras más o menos privadas (pues Th. M. estaba convencido de su posteridad) dedicadas a sus malestares crónicos gastrointestinales, o a sus obse/perver/siones sens/sex/uales... ¿A quién le pueden importar estas menudencias? De todos modos, sí que se percibe en y a través de esos apuntes una relación entre conciencia literaria y enfermedad, como si la hiperestesia que propicia la segunda se reflejara, o constituyera materia de reflexión para, en la primera.

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