9 de agosto de 2009

Sigamos

El Espacio Lector (¿se trata de una franquicia, no?; desventajas de no salir mucho el no saber estas cosas; 4 de agosto: sí, se trata de una franquicia de las Librerías Nobel) puede suponer mi ruina en agosto. Una forma de ruina absurda, puesto que moriremos sin leer todo lo que tenemos, y sin poder decidir lo último que leemos (sostiene Canetti en Apuntes, 1973-1984), pues, ¿cómo vamos a saber que es lo último? Pero muy capciosamente, invirtiendo el orden cronológico de causas y efectos, concluye Canetti que eso mismo significa que somos los dueños de nuestra vida… puesto que nosotros mismos decidimos lo que leemos al final, antes del final.

Hoy, un libro de la periodista Irene Lozano del que espero mucho provecho mental (El saqueo de la imaginación, Debate, 2008), según lo que promete el subtítulo (“Cómo estamos perdiendo el sentido de las palabras”). En general espero mucho provecho de lo que escriben los demás, pues yo sería incapaz de pergeñar un libro, dada mi falta de lógica y de constancia (si es que no son lo mismo). Observo curioso el mundo a través de lo que las mentes y manos de otros refieren acerca de él, sin creerlos demasiado en el fondo, puesto que la otra cara de mi humildad es la suma desconfianza acerca de las conclusiones de los demás. Supongo que serán tan fingidores como yo, pero más felices.

Dos tentaciones que se frustraron: Eleusis y Dionisos, de Otto y Kerenyi (¿en qué orden?), en Siruela los dos… los libros no son para pobres, sanciona perlocutivamente la joven y simpática vendedora cuando le pregunto el precio de los libros. La otra vendedora comete una deliciosa equivocación que por pudor extremado no voy a contar aquí. ¿Cómo ha podido imaginarse que … ?

(El soldado Schweik de la filosofía) La casi nula comprensión de los argumentos de las series televisivas, así como las dudas que me asaltan con algunos de los comentarios de Jünger, me van convenciendo cada vez más de mi absoluta incapacidad, ínsita torpeza mediante, para la wissenschaft prestigiosa y racional. El día que esta mi ineptitud la asuma como una corona de mi felicidad desprendida o distendida, ese día podré tener claro algo. Lo intuyo. Igual es el calor –sentencia el irresponsable de vocación. Eres así –se sincera el confidente amigo.

La información rutiniza la cultura. Efectúa lo mismo que los tours de la masa vacante, del ser que se quiere indistinto, hace respecto al paisaje natural e histórico.

Los “apuntes” de Canetti (1973-1984): compra accidental y extraordinaria en Á. Obligados. Qué buen gusto hay!

El contenido de las series televisivas de éxito (i. e., la garantía de que un producto de la industria televisiva de la imagen tenga “salida”) clama por una interpretación hobbesiana de la existencia civil. Con la cual yo estoy sustancialmente de acuerdo, y sin embargo se me vuelve desagradable ofrecida como el destilado de un producto. ¿Hay que pagar?


El lenguaje es metáfora, estoy convencido. También de que la locura proviene de no saber qué hacer con esa constatación. O sea, que de la admiración se va hacia la filosofía y el logos común; pero asimismo hacia la idiocia que denunciaron Heráclito y Nietzsche.

4 de agosto:

Me hace gracia saber que vive y enseña aquí un colega, al que no conozco personalmente, y que estuvo dando clase en mi pequeña ciudad, Escribió la tesis sobre la identidad judía en Kertesz, Améry y Primo Levi (si no me equivoco). Supongo que el libro que veo en las librerías de À., Ética y fracaso, sobre Kertesz, provendrá de esa investigación.

Lecturas minimalistas de Jünger y Canetti. ¿Hay un momento en que C. se refiere a Jünger –cuando mienta en uno de sus aforismos a J.? No estoy seguro, puesto que afirma algo en lo que yo no reconozco a Jünger, supongo que por desconocimiento mío. En todo caso, escribe que no le gusta. Esta impresión se produce naturalmente. Representa uno de los retos para el lector del autor alemán. Polémicas políticas (o sea, guerras civiles) aparte, un tipo que se enrola, que combate y que escribe continuadamente de ello, aunque con menos concreción en la parte del diario que estoy leyendo que la que le ocupa la caza sutil (mariposas y esas cosillas), a mí tampoco me gusta. Soy un pacifista radical, aunque admito que el Estado hobbesiano necesita sus verdugos y yo asiento.

Encerrado y malucho.

Conocí la literatura aforística (yo he pasado de la filosofía a la novela, de esta a la autobiografía y la autoficción, y luego al diario; quiero decir que ha pasado de unos intereses a otros, en los márgenes de mi porquedad; para el vocablo inventado anterior me haría falta la schwa) en un pequeño manual sobre las ideas en el siglo XX que publicó J. Mª Valverde en Salvat a principios de los 80. Aforismo, anotación del mínimo, infinitésimos de la existencia.

La epidemia destruye la identidad de las víctimas y, lo que es peor, destruye el interés informativo. No se informa de un genocidio, por ejemplo. Se sabe, se sospecha… pero no se van contando los muertos.
No ambicionar nada: dejar que las ideas fluyan limpias, estériles, para no ser dialogadas…

Aforismo: fotón en la reflexión (¿átomo? del argumento, de las ideas, del pensamiento).

5 de agosto:

Que el exitoso sueco (en los dos sentidos de exitus, el mercantil y el médico) no haya podido producir más que la Trilogía del quinquenio no debería ser un obstáculo para los editores. Éstos todo lo pueden… si los clientes piden algo más. Escribir después de muerto: no problem si eres un carroñero impresor con sobra de negros.

La segadora trabaja también aquí. Lo mismo le gusta el trigo viejo que el joven.

Gurb en Á.: el otro día me dejé atrapar por el alien o caja aborregadora. Al rato, soy de mente tortuguenta, me apercibí de que estaba viendo un episodio de la serie Perdidos. Sentirme cool fue fulminante. En un tris estuve de confesarme socialdemócrata y proclamarlo al mundo. Mas yo no soy creyente.

Lo peor de los religiosos: se creen los normales. También los ateístas.

“Seguramente seamos polígamos, no nos diferenciamos mucho de las ratas” (S. Grisolía en El mundo de hoy). Así se explican las calificaciones morales domésticas y no digo más.

El último superviviente: programa de La Cuatro que me convence de que mi heroísmo tiene que consistir en buscar la habitación más alejada de la casa y asentarme allí sin ruido. La humanidad es tan amplia que en ella caben el aventurero ¿de qué nacionalidad? y el apátrida sentimental (oui, c´est moi).

6 de agosto:


No habrá, seguramente, más miserables entre los políticos de una democracia. Se les ve más. Se les oye más.

(Mid-cult) El John Locke de Perdidos no posee ese nombre accidentalmente, me parece a mí. Cult. Lo mid empieza con los recursos a la magia. Robinsones pasados por la escuela de Harry Potter.

Seguir el diario de I. Carrión.

Last survival: La razón, fundamentalmente instrumental. En una situación de riesgo: calma y planificar. En la polis se denominará prudencia; más bien en los libros que se ocupan del ideal de la polis (¿sabemos de qué estamos hablando?). Hasta entonces, hasta ese momento del lujo urbano emergiendo de los primeros pasos de la economía productiva, vale el consejo de la leyenda: bajar la colina, lo que te llevará a un río, el río a un camino y el camino a la carretera, la carretera a ¿dónde? La leyenda parece actual; en épocas de la intelijencia elemental, el camino llevaba a los amigos, a los neutros o a los hostiles.

Enorme torpeza: las palabras se rebelan. Ojalá se mostraran. El cerebro juega contra la voluntad que se creía el jockey del asunto.

Un libro de aforismos de Lichtenberg, en Valdemar. Adquirido.

Cuando la cabeza se rebela, destruyamos la gramática.

¿Kertesz en la playa? Qué avíos!

7 de agosto:


La frase puede ser ingenua, pero no alcanza a esconder su tersura. Viene del pasado. Está ahí pura, olvidada del dolor que la parió en un día indistinto. ¿Como ésta?

Nos tienen que decepcionar quienes escriben libros pretendiendo superar el túnel absoluto, negrura sin blanco final, de la DA de H/A. No han comprendido el mensaje (ya esta intención, la de dar a comprender algo, tiene que manifestarse con el dolor que siente y el dolor que causa). Éste es: no que no haya esperanza desde el genocidio en adelante, sino que no la hubo desde el principio, que razón y mito refieren a lo mismo, a la violencia humana. Ya sé que se reduce la verdad al silencio, pero ¿no dijimos que amábamos la verdad? Ps. No digo el título del libro, yo soy piadoso.

(Oculto) Marvin Harris apuntó un perjuicio en su Introducción a la antropología general, en lo que yo le concedo toda la razón. Musil se refirió a esa época…

Qué miedo me da el Blumenberg! Parece un odradek achulado y navajero. Sin principios, dispuesto a matar.

Yo sé que el sufrimiento es la cara A. La l(it)e(ra)t(u)ra lo ha olvidado en la B. Esto sucede donde y cuando hay monedas circulantes.

Disparar mucho: así me olvido de lo poco que se da en el blanco.

8 de agosto:

Leer irreverentemente.

Hay un programa televisivo acerca de “españoles en el mundo”. Lo que ganan en conocimiento lo pierden en espontaneidad. La naturalidad se pierde con la segunda lengua –dice un español acérrimo.

Hobbes o Calvino: los países que no pasaron por ahí están condenados.

España, un estado policial. Qué nivel!

Imagines:


Los cazadores coloniales, mujeres y hombres vestidos de tales, sonríen estúpidamente a la cámara, en blanco y negro. Un rinoceronte muerto. La evolución genética, para que triunfe al cabo un imbécil pálido y venido del norte.

Apariencia, repulsión.

No importan los detalles, sino la culpa circulante, flotante, ubicua …
Rasca la letra. Si no salta la sangre, el diario no vale. Hay manchas secas de sangre; el carácter culpable y avergonzado. Mancha, pecado. Aquí no existe ningún héroe.

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