Recientemente se repartieron en Valencia unos premios de poesía, de novela y de algo más, en valenciano y en castellano, pero el acto resultó patético, según leo en un blog de esta ciudad. Los ganadores pasaron inadvertidos. Al público se le dio una copa de vino. Y las autoridades y los beneficiados cenaron opíparamente en un salón especial. (Ignacio Carrión, en su página web)
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