15 de abril de 2008

Crítica de los discursos, what´s up?

Sobre el que ha caído la desgracia no sirve que lluevan las razones. A su cara de job arrojado a la miseria sólo le conviene una justicia inhumana---

Igual esa justicia a la piedad, sin entibiarse con subterfugios, para convertirse (al adulterarse con esos subterfugios) en fría piedad asistida por las razones políticas: sólo hay un hombre, su vida y su muerte---

(Lo que vale para este hombre -F. M.- vale para cualquiera)

***

(Piedad fría)

Mengele reconoce que es médico cuando un argentino le pide que deje de disimular y ayude a su hija gravemente enferma. Puesto que ha cometido un acto justo (puede que haya salvado una vida infantil, inocente y sagrada) la tentación nos visita: llama a la puerta y quiere aposentarse en el corazón nuestro. Pensamos que el de este hombre (un ser frío, pero a la vez sanguinario: cuando conviene, y cuando conviene marcar distancias) se ha depurado milagrosamente: la bondad le ha iluminado. Pero Mengele sabe disimular cuando hace falta (pragmatismo). Lo leemos alguna página después, y entonces recordamos unas páginas anteriores, anteriores al acto de piedad con la niñita argentina: a la pregunta de un agente sobre sus papeles responde que son "notas de biología". Este hombre (tenemos que estimarle así, puesto que como ente dotado de razón deberíamos imputarle la inalienable propiedad de sus actos en un juicio justo sin sentimientos: cuando a la sociedad sí conviene el frío examen que ejerce la matemática luz aplicada a los hombres), este hombre -nos decimos- ve a los demás como animales---

Es una tentación del pensamiento: ahora nuestra y cristiana---

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