... qué es eso de la crítica de los discursos, Mr. L.
Tres, el maiquelyason, o de la imposibilidad de un contenido moral de la democracia representativa---
Quiérese decir: que habíamos deshecho el nudo del poder con los antiguos fundamentos materiales (mundanos o trasmundanos).
Que, en su lugar, se había aposentado el kantismo de los procedimientos, y una mínima o enteca sustancia, consistente en la dignidad de cada vida humana---
A lo que vamos: ya sé que las tardes tórridas del infierno (aquel lugar donde siempre es agosto ecijano a mediodía, y se fríen según justicia los malvados) las entretiene la cohorte de diablos estudiando y debatiendo las últimas obras salidas de la pluma de los profesores de Derecho, aun sorprendiéndose de que, no siendo aún numerarios del Hades tales vivientes avispados, hayan llegado más lejos que ellos, los veteranos.
Ya sé que la mentira y la maldad deben estar tan hondo en el bello giro de los nucleótidos, que se aman enroscándose desde la eternidad, que sería de ingenua doncellita tener fe en la humanidad. Por lo tanto, no hay casi nada de qué sorprenderse en las palabras de Mrs. McBride, tan celestes en su superioridad trasmoral de sangre y suelo.
Allá ella. Pero dejadme, ay, que como paseante que distrae su melancolía por los caminos resecos de extramuros (en esta ciudad pequeña embrionaria, indecisa de nacer y hablar su propio orgullo), dejadme que mi ternura y mis neuronas vayan hacia la levísima mariposa que ante los ojos incrédulos (se nos había olvidado que del asco material se embeben las rosas bellas) aletea una décima de segundo o dos, y luego se va.
Ocurre que el entrevistador se hace pesado para la voluntad argumentativa limitada de Mrs. McBride, que corta el aliento de la conversación con esta perla del decisionismo del garrote, la cual Goya no pudo resguardar en su concha de claroscuro negrísimo: "Esa decisión es la que hemos tomado y es la que marca la ley y es la que nos ayuda a construir respeto y tolerancia."
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