Quien escribe un diario (toda la humanidad, potencialmente) no quiere la fama, sino algo más grande e imposible: la inmortalidad---
Puesto que esto tiene que representar una tentación diabólica, además de su carácter evidente de quijotismo trágico (ya que la inmortalidad no existe), se oculta lo más que se puede: por lo menos en relación con el contenido del diario. Otra cosa será que, formalmente, uno tenga la cara de llevar un diario y que se disparen los rumores...
Ya que todos los seres apetecen el secreto de sus acciones.
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