22 de abril de 2008

Perdón...

... , por cada una de las veces que yo, pequeño hombre occidental (a imagen de los cuales se ha definido la razón) haya caído en la tentación infame de la superioridad, yo, que en la intimidad soy el más chino y humilde de los seres---

Ellos son de mi patria y su lengua que no entiendo es la mía (me deben aclarar lo que significan sus términos: los significados alcanzan a todos, en una deixis ideal), una vez que son ellos los que sostienen los gestos de nuestra normalidad, en bares y tiendas---

Realmente no me parece que yo haya caído mucho en la tentación dicha, sino, más que otra cosa, en la irreflexión u olvido de cómo se va construyendo la amistad cívica que dicen los moralistas, lo que ha de ocurrir, primeramente, balbuceando nuestros deseos y ellos sus respuestas. En esta mutua utilidad, dificultosamente conquistada, habrá de sostenerse nuestra conciencia refinada en el lujo que son las leyes escritas y los textos literarios que nos dan la memoria---

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