4 de enero de 2008

Diarios

Arcadi Espada: el conductismo que le guía metodológicamente en la tarea de proveer una ontología de la información debe estar detrás del cientificismo más acrítico de los últimos tiempos de su Diario electrónico, clausurado el 31 de diciembre pasado---

Pero a mí me sirve su prejuicio, en el premiado Diario de 2002, contra la confusión de hecho y ficción (que rompe moldes, que rompe pactos), la cual alcanza tanto a la ficción como a los hechos, a la novela como a la noticia: nos es dado pensar que el arco autoficcional tendido entre la literatura de moda, por una parte, y la forma frágil de un sujeto que vive (sobjetivamente) por y para (en gracia de) sus objetos de consumo, emancipados de su condición de útiles mostrencos, con el fin de llevar ellos una vida más bella, por otra parte, se sostiene con el medio o la tensión de un conocimiento identificado con la información circulante (sin demasiado rigor y sin demasiada filosofía).

O: la vida social.

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En esta forma de pensar -del fragmento que sigue- veo yo la inadvertencia de una posible irrupción totalitaria de nuevo cuño:

Se ha tomado el anarquismo teológico-moral de Nietzsche, y la obligación moral suprema íntima, sin autoridades externas, que impone de edificar la propia tarea en el mundo, como un acontecimiento metafísico mundial. En ese orden de cosas, la religión renovada tiene que ser, de una u otra forma, un revivalismo: las especias que salpimentan la conciencia individual emancipada, lo sagrado que da alegría, chispa de la vida. Pero a M. Gauchet (La religión en la democracia, p. 119) no se le pasa por la cabeza que lo sagrado puede representar -actually- una tragedia de la cultura, que puede exigirse un segundo momento de Ilustración, y así sucesivamente.

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