... , la ambición, la falta de escrúpulos: como ley de la selva con cara humana -me decía hoy.
Sí, ¿por qué no?
Sólo que tal situación conduce a una mascarada trágica: a la desconfianza en el lenguaje: homo homini hostis---
No es que no lo sepa (que no conozca la regla dura de la supervivencia), sino que no puedo ya creerte cuando me haces sentir ingenuo: ¿qué quieres de mí? (Que esto fuera universal, que hubiera que pensar y hablarse así: terrible.)
Claro que lo sé, realmente. Sin embargo no puedo estar todo el tiempo pensando en ello. Sería una infelicidad estúpida, imprudente---
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