... la resta sucesiva de ambiciones te lleva a cero. Esto, que puede valer como regla atemporal estoico-cartesiana (la victoria mayor sobre uno mismo se obtiene cuando no se ha planteado siquiera entablar batalla: de forma que las pasiones ya están derrotadas sin haberles dejado hablar), que ha sido verdad -en mí, pero ¿en quién no?- en algún momento señalado y crítico, no tiene por qué ser impertinente ahora mismo, esta tarde: cada vez que el hablante dice yo, sostiene algo y -coherente consigo mismo- se propone emprender la sustracción de predicados; es decir, los nombres exactos de esas -y otras y otras más- actuaciones que no le van a conducir a ningún sitio, puesto que debe saber que la tela de araña es antigua e impersonal (enmarañada)---
-¿Quién habla aquí?
-El lenguaje (los otros) que ha querido dedicarse unas verdades, brindar por su amplia soledad---
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