20 de enero de 2008

El discurrir en paralelo...

... del sueño y la vida diurna: señal -deberá ser así, no te importe si se trata de un acuerdo convencional- de un ejercicio imperfecto de la libertad en las horas de vigilia, de un incumplimiento -no por relativamente pasivo menos culpable: el aliento divino está en todos nosotros; i. e., la independencia de criterio- de la tercera máxima provisional del señor De las Cartas, el admirable fundador de la dinastía.

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A partir de esta foto terrible y maravillosa (por el contenido, no por la ejecución) se me ocurren un montón de lecciones filosóficas que extraer, como el escolar aplicado en que me he ido convirtiendo con la edad. Está todo ahí: la luz del día, y también la de la noche (la farola), el método (la calle misma), la construcción del saber desde los cimientos, el cielo ideal, la vida y la muerte (los hierros inquietantes que sujetan la red de protección: recordatorio de la dureza de la existencia humana, sometida a leyes), etc., etc.

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