31 de enero de 2008

Helo aquí


Mi querido Confucio, perdido entre el desorden, escondiéndose en lo evidente, como en el cuento de Poe: un cuento (La carta robada, of course) que podría ser algo así como el de la dificultad de la evidencia cartesiana---

El desorden puede conducir a la locura: esto es, a una segunda fase del desorden, o Desorden---

Por cierto: edición (traductor, introductor) de Joaquín Pérez Arroyo, en RBA, y en Paidós.

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Lo único prohibido en el diario es lo más personal: la intimidad, la vergüenza. El diario se limita a recortar lo inconfesable. En ese momento ha mostrado lo inconfesable, sin decirlo: el impudor del diario, por lo tanto, consiste en su insinuación, en aquello que está tentado de escribir.

Quien dice diario dice autobiografía: no hay gran diferencia (sólo la falta de fecha)---

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