En los Diarios de A. Espada, al hilo de las fechas en torno al 11S (en una de las entradas de los días que sucedieron), el periodista/profesor cita extensamente un artículo demoledor de R. Dawkins (en The Guardian, ¿1-? de septiembre de 2001), sobre las causas verdaderas de la hecatombe (pp. 201-204 de mi edición, Booket, 2003). No hay otras que la creencia religiosa, sostienen el sociobiólogo y el periodista, de consuno. Que la explicación sea falsa (porque las ideas no actúan; las creencias religiosas no matan; lo hacen las personas), no empece considerar el peligro que hay en tomarlas demasiado en serio---
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Así, por ello: habrá que considerar sagrada la defensa privada de lo que se considere sagrado; y tomar "entre comillas" su exhibición pública. Es decir, nada de querer apartarse de la crítica. Esta postulación, en cuanto asome sus narices sedientas de carne, sangre y almas, deberá ser sometida al examen judicial---
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Desde el 11S, desde mucho antes, sean religiones sagradas o profanas, teístas o políticas, se ha podido caer en el abandono más absurdo de la proclama ilustrada, cuyo núcleo no reside en el examen racional, sino en la decisión y valor de llevarlo a cabo, pudiendo hacerlo.
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Se es kantiano, o se tolera el crimen---
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